KHEA encendió Obras con Trapicheo y reafirmó su lugar en la historia del trap argentino

Con entradas agotadas y una puesta en escena demoledora, KHEA convirtió el mítico estadio Obras en el epicentro de una noche histórica para el trap argentino. Lo que sucedió en “Trapicheo” fue mucho más que un recital: fue un manifiesto. Una reivindicación del sonido crudo, visceral y auténtico que lo puso en el mapa y que aún hoy lo mantiene en la cima.


Desde los primeros segundos, se sintió que lo de KHEA no era solo un show. Era una descarga emocional, una vuelta al origen sin disfraces. Visuales con códigos del under, banda en vivo, y un público que vibró con cada beat. “Yo nunca me fui porque el trap siempre lo tuve adentro desde chiquito”, dijo sobre el escenario. Y esa frase marcó el tono de toda la noche.

A lo largo de más de una hora y media, KHEA recorrió su mixtape Trapicheo y repasó los hitos que forjaron su carrera. No hubo espacio para lo predecible: cada tema fue una explosión de energía, cada pasaje una declaración de principios. Desde el inicio con el búho —símbolo del mixtape— como guía, hasta el final cargado de clásicos y emociones, la experiencia fue total.

Mashups que unieron “Valgo”, “Gelato 44”, “Oxicodona” y “Blunt” elevaron el pulso del público. La energía no decayó en ningún momento, y canciones como “Young Flex” o “100 o Mil” reafirmaron el peso simbólico de su figura dentro del movimiento urbano.

Más allá del recorrido musical, lo que quedó claro es que KHEA no vive del pasado. Hits como “Mamacita”, “Wacha”, “Tumbando el Club” y “Mi Cubana” desataron la locura colectiva, mientras que piezas más introspectivas como “Estrellas en la noche” —en versión acústica— regalaron uno de los momentos más íntimos de la velada.

El cierre, con “Besame Remix”, “Tengo 30”, “El Don”, “Hitboy”, “She Don’t Give a Fo” y “Tu Mensaje”, selló el pacto entre artista y audiencia: el trap argentino tiene memoria, pero también tiene presente y futuro.

Esto es algo que, más allá de las palabras, se siente, repitió KHEA en uno de los pasajes más potentes de la noche. Y tenía razón. Trapicheo en Obras no fue una postal, fue una afirmación rotunda. No es solo un disco: es una identidad en carne viva. KHEA no vino a recordar lo que fue, sino a gritar lo que todavía es. Y lo que vendrá.


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